Si importante es demostrar respeto hacia el cargo que se ostenta y a los compañeros que comparten cargos en esa Junta, lo es aún más no manchar la confianza de los que, con su voto, nos eligieron libremente.No se puede transitar por las calles,cruzarnos con quienes nos votaron y mirarlos a los ojos si hemos faltado a esa confianza.
La conciencia limpia es un vehículo que nos lleva al estado de bienestar con nosotros mismos y con Dios. Por ello, el pertenecer a una Junta de Gobierno es un orgullo y un reto. Se tiene que trabajar para dar todo lo que se puede dar para mayor Gloria de Dios sin descuidar la ayuda, auxilio, sustento y sosiego de los más necesitados, que a la vez es estar en el camino en compañía de Jesús.
Por lo tanto, ser miembro de una hermandad no es una bagatela de la que se sale a los cuatro años, sino una forma de vida, un COMPROMISO con nuestros vecinos y una solución clara a los problemas de nuestra
sociedad.
Pero claro, todo esto es muy bonito sobre el papel, muy idílico, hasta hace llorar de lo bueno que somos. Lo difícil es llevarlo a cabo y para ello tenemos la mejor de las herramientas: la FE.
Las hermandades nos estamos convirtiendo en organismos recaudatorios con un afán felino. Incluso nos disputamos entre nosotros, las fechas para tal o cual evento. Cierto es que los ingresos han descendido debido a las bajas (por motivos varios que no vienen a interesarnos ahora) de hermanos de las mismas y que los gastos han aumentado por la carestía de la vida, y que funcionar tenemos que funcionar. Sabemos que la situación laboral y por consiguiente, económica de nuestras familias es crítica, y de ahí mi más sincero agradecimiento a todos los que con su presencia y colaboración nos apoyan en todo lo que organizamos, pero nuestro deber no se tiene que centrar ni en las disputas entre hermandades ni en la avaricia de pillar tal o cual cantidad de dinero. Comprendo que todo es necesario y, si queremos que en Manzanilla existan procesiones y/o fiestas (para que encima si no las hay hablamos de si "aquí no hay nada y en otros pueblos sí") nos vemos en la obligación de organizar estos eventos. Pero, claramente nos estamos desviando de uno, por no decir el más importante, de los fines constitucionales de las hermandades que es dar culto público a Dios. Nos estamos olvidando de la CARIDAD, no esa
caridad enchaquetada de la que tanto hacemos gala, no, de la caridad oculta y sincera (no digo que la que estamos ejerciendo sea falsa, nada de eso, ni falta de fe) a lo que me refiero es que tenemos que hacer caridad los 365 días del año y no sólo en días especiales de los cultos. Y para conseguir esto, se necesita trabajo. Mucho trabajo, constancia, fortaleza y FE. Esa fe de la que en algunos momentos hacemos ostentación pública pero que se nos olvida rápidamente que la tenemos.
Aprovechemos esta herramienta que nos da el ser hijos de Dios y utilicémosla con alegría y abundantemente. Sin miedo de gastarla ya que es inversamente proporcional a su uso; cuanto más la utilicemos, más la tendremos a la vista de los resultados. Seamos más caritativos y menos egocentristas (a mi me gusta pensar que por egoísmo puro y duro, ya que si ayudamos a nuestros prójimos y cultivamos esta cultura, nos estamos asegurando el que nos ayuden a nosotros cuando ya no podamos hacerlo). Apartemos de nosotros las disputas personales, que muchas veces son por envidia, y acerquémonos a la PAZ del amigo que está con nosotros, sea el físico que está en nuestra misma Junta, en otra hermandad o cualquiera de los amigos y vecinos que tenemos en nuestro pueblo. Os aseguro que si obramos de esta manera, la felicidad reflejada en sus ojos hará que sobren las palabras y ese sentimiento nos henchirá el alma hasta dimensiones nunca experimentadas.
Cumplamos con nuestro compromiso. Nuestro sagrado compromiso de CRISTIANOS y salgamos a la calle alegres y dispuestos a ser el vehículo de felicidad de los que nos rodean.
Seamos partícipes de los actos que organicen nuestras hermandades y que sean ellas las que, con la ayuda de todos, crezcan en la Fe y en la Caridad.
Una hermandad funciona si los miembros que la componen funcionan y son su reflejo de cara a los demás, por lo tanto seamos fieles y sinceros con nosotros mismos y con los que nos pusieron en estos cargos que (no lo olvidemos) libremente aceptamos a ocupar.